La clave reside, llegados a este punto, en si existe o no existe la divinidad, entendida ésta como Ente Supremo. Todo parece meridianamente claro si abordamos el dilema desde la perspectiva de la Filosofía de Santo Tomás de Aquino, mientras que, en el lado opuesto, se encuentran los kantianos que se inclinan por el ateismo, basándose en las refutaciones que el filósofo alemán hizo a la Quinta Vía del fraile italiano. Podríamos establecer, por tanto, una línea divisoria bien clara entre los vitalistas y los mecanicistas, aún a riesgo de simplificar demasiado las cosas. Si así lo hacemos ¿en qué postura englobaríamos a los presocráticos? Por más vueltas que le doy, a éstos no consigo encuadrarlos. Me resultan tan complicados de asimilar… Casi tanto como la obsesión de esos de ahí por no dejarme ser portero-delantero.
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