No, no es tan agradable como te piensas. Seguro que a ti no te gustaría estar perpetuamente expuesto a determinados riesgos. Además, por cada bucólico bohemio que, cámara en mano, trata de captar mi alma, hay un centenar de cánidos pulgosos que pierden el rubor sobre mí, créeme. Es una buena pregunta. Pues a pesar de todo tengo muchos motivos para no emigrar de este barrio. El sonido de los tacones; la lluvia que cuando cae solo me moja un costado; ese impúdico gusto por el voyeurismo que no he perdido con los años… Pero sobre todo, sobre todo hay una razón más poderosa que ninguna otra: que estoy tan acostumbrada a ocupar este sitio, que no sabría donde ubicarme. Además ¿en qué otro lugar encontraría quien respetara mis monólogos sin interrumpirlos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario