miércoles, 1 de diciembre de 2010

52.- LA HORA DE LA HUIDA (Seleccionado)

Bajó la escalera lentamente, inseguro; parecía temer algo tras de sí. Volvió repentinamente la mirada y se detuvo a observar, unos instantes, el viejo portal destartalado. Era tan sombrío y misterioso que, probablemente, no era lo que parecía.

Nunca volveré, se decía mientras alargaba la huesuda mano hacia el buzón para arrancar la turbia tarjeta que contenía su nombre escrito a mano con letra gótica. Aturdido, la aplastó entre sus dedos y sintió que un latido acelerado tambaleaba su sombra.

Aquel era él sobre un pedazo de cartulina amarillenta. Allí estaba su nombre, su oficio, la conciencia de que existía. Arrepentido, introdujo su identidad arrugada y dolorida en el bolsillo. Luego, como de costumbre, se asomó con cautela y salió vacilante a la calle en busca de la luz . La luna pálida se reflejaba en la calle adoquinada y una voz alarmada gritó su nombre desde el mirador.

Inspirado La hora del paseo.

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