miércoles, 1 de diciembre de 2010

296.- EL HOMBRE PERFECTO (Seleccionado)

Le dijo adiós al Hombre Perfecto una noche prematura de verano. Quiso que se fuera porque a pesar de que era guapo e ingenioso y encima cocinaba estupendamente, sus manos eran de mentira y ya estaba más que harta de sus invisibles caricias. Aunque bajase siempre la tapa del inodoro y nunca sintiese la necesidad de rascarse un testículo. Sus dientes refulgieron en la oscuridad cuando abrió la boca para susurrar que siempre les quedaría París, porque él era el Hombre Perfecto y tenía que largarse con elegancia, sin grandes aspavientos ni reproches pero con ése toque de héroe atormentado que queda tan bien en las películas. Parándose a mirar hacia atrás un último momento antes de desaparecer en el fundido a negro. Entonces apagó las velas y se preparó para engullir una romántica cena para dos antes de salir en busca de los Hombres de Carne y Hueso.

Inspirado en la fotografía titulada “Comida para dos”

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