Una noche más sale del bar cabizbajo, arrugado…Maldiciéndose regresa a casa.
En la tarde innumerables ensayos frente al espejo: cómo acercarse, cómo mirar, qué ponerse, qué decir…siempre suena vulgar, aburrido.
- “Hola ¿qué tal?...
Te veo mucho por aquí…” –
definitivamente estúpido.
De nuevo hoy vuelve a quedarse mudo, clavado al suelo, las manos tiemblan, transpira. Es incapaz siquiera de acercarse o mirarla a los ojos. Sólo la intuye, la siente a su espalda, como siempre quieta, radiante, bellísima.
De un trago acaba su cerveza y se va. Abandona derrotado.
Mientras, ella, pegada a la pared, se muere de rabia por dentro. Aguanta las ganas de gritar, hierática, mantiene el equilibrio de su “demi-plié” eterno.
Seguirá esperando, deseando que él la mire, la hable, la toque…que se baje el telón, que la saque, tomándola de la mano, de su mundo plano en blanco y negro.
Tema: Microrrelato inspirado en la calle del Sol de Santander.
(Fotografía fuera de concurso de Shonach Mirk en el Rubicón)
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