Bajamos tarde a la calle. Casi siempre llegamos tarde cuando M. y yo nos reencontramos tras estar separados un tiempo. Bueno, la verdad es que la mayoría de las veces llegamos tarde.
Saludamos a R., N. y P. Están todos borrachos, pero N. la que más. Habla muy pegada a un hombre, que asiente mecánicamente. R. nos dice entre risas que es un amigo de su padre.
Yo poso disimuladamente mi mano sobre el culo de M. y aprieto. Ella se estremece y me sonríe. Se va a buscar algo de beber.
P. se acerca con el andar desordenado por el alcohol. Se ríe encantado y se acerca a examinar un proyector de dieciséis milímetros con ilusión infantil. Vuelve y me empieza a hablar sobre fotogramas por segundo, entusiasmado.
M. vuelve con dos gintonics. Empieza la película. Es muda. Nadie se calla y todos bebemos.
Inspirado en la Calle del Sol
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