La mañana es fría. Mientras paseo compruebo que el otoño nos ha atrapado. La niebla comienza a calar mis debilitados huesos. La próstata, mi reloj biológico, me ordena acudir al baño más cercano. Cruzo la puerta del viejo café.
Observo una extraña figura y no logro reconocer al personaje.
Es extraño, pero sus viejos y arrugados rasgos me resultan demasiado familiares. Esos tristes ojos que me miran fijamente los he visto antes, pero no soy capaz de adivinar su nombre, siento pánico…
-"Señor, ¿está usted bien?, lleva media hora plantado delante de ese espejo”.
Fotografías: “Niebla”
“La hora del paseo”
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