En su cuarto, Marcelo aún reflexionaba sobre lo que había pasado esa tarde. Y no alcanzaba a comprenderlo.
Su papá prometió llevarlo a ver algo muy hermoso. Pensaba que irían al zoo o al circo. Pero se equivocaba, caminaron hasta una valla y allí se quedaron más de una hora. Cuando Marcelo se empezaba a aburrir, oyó un estruendo. Al girar la cabeza, vio un gigante que se acercaba, rodeado de unas personas vestidas de forma rara. El estruendo subía de volumen y empezó a llorar de miedo. Miró alrededor, y vio a jóvenes, adultos, viejos, todos llorando mientras miraban aquella cosa. Y también su padre lloraba. Éste lo cogió en brazos y se acurrucó hasta que pasó todo.
Ya en casa, quería desahogarse con su madre, pero su padre se adelantó y dijo algo que terminó de desconcertarlo:
- Querida, ¡nuestro hijo se ha emocionado viendo al Cristo Misericordioso!
(Basado en la fotografía “Marcelo”)
No hay comentarios:
Publicar un comentario