jueves, 25 de noviembre de 2010

207.- BUHARDILLA

Cuando cada mañana a las once y veinte atravesaba el chirriante portón de madera del número 33, el bullicioso latir de la ciudad le golpeaba el rostro. Con su raído abrigo gris se enfrentaba temeroso y encorvado a los cincuenta y siete pasos que le separaban del mostrador metálico de la panadería. Los cincuenta y siete pasos de vuelta se le hacían mucho más cortos, pensando ya en la cercanía de su meta. Ya en la umbría seguridad del portal, se detenía unos segundos para recrearse con el familiar tic-tac del viejo contador de luz de la escalera, y sólo cuando apuraba lentamente y sin resuello el último de los cuarenta y dos escalones que le separaban de su angosto refugio, se sentía de nuevo inmensamente feliz. Así, disfrutando íntimamente del sol de invierno que cada tarde se colaba por la única ventana de la buhardilla, consumió sus días.

Inspirado en la fotografía “La hora del paseo”

No hay comentarios:

Publicar un comentario