viernes, 26 de noviembre de 2010

233.- EL INVENTO

Lo había perdido todo, la ciudad se transformaba en mi mente en un cuadro surrealista. Sin estrellas ni luciérnagas que curioseasen a mi alrededor. Mi percanta me había dejado y mi vida estaba fané sin remisión.

Esa noche me emborraché bien, me mamé y quedé tirado en esa imagen, donde un compadre rasgaba una guitarra criolla. Mi pebeta milonguera restregaba sus tacones por los empedrados de la calle del Sol, donde solo existían noches sin luna, renegridas por el alcohol y la macana.

Rajé hacía mi apartamento en el último piso de la desolación. Perdido de honor, ruin y sin amigos; chupado, quedé soñando. Viéndote bailar, mina, me vino a mí tu licor amargo, tu espalda, tu cuerpo, y me diste la espalda… Pero te doy las gracias (Malena Ivette, Margot), tengo todo para inventaros, la amargura y la tristeza del tiempo.

Sigo siendo Carlos Gardel y hoy te he inventado, Tango.

Las palabras en cursiva son del argot lunfardo.

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