viernes, 26 de noviembre de 2010

248.- LA INQUISICIÓN

Se inicia el cortejo preceden la marcha los guardias reales y el abanderado del Santo oficio, serio, grave y frío. El convicto les sigue de rodillas en el carro sujetado por dos guardias. Enjuto y desaliñado su rostro da muestras del sufrimiento padecido. La comitiva llega a la Plaza Vieja. Un fraile con la caperuza puesta y la Biblia en las manos se acerca al preso e intenta reconfortarle. El procesado le rechaza con un último resuello. El verdugo le coloca la soga en torno al cuello. Se abre la trampilla bajo sus pies y el cuerpo se balancea entre convulsiones. Me pego una ducha y me envuelvo en una toalla. Preparo minuciosamente la mesa en mi rutilante cocina y me pongo a comer marisco y a beber fino. Es el sabor del triunfo. He acabado mi novela.

Basado en la fotografía comida para dos

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