viernes, 26 de noviembre de 2010

254.- LA OBSESIÓN

Durante muchas noches aquel caso le había impedido dormir. No había pruebas, no había móvil pero siempre había una víctima más. Fueron muchas las horas que pasó estudiando todos los detalles de cada caso y por eso, cuando aquella noche recibió un aviso desde la central, el Inspector no lo dudó, ¡era ella!

No fue el primero en llegar al lugar del homicidio, pero para él no había nadie, la rabia le cegaba. Tenía la mente puesta en “su asesina”. Su obsesión era tal que al entrar en la casa no vio la sangre que manchaba las paredes, ni las miradas perdidas de los testigos, sólo tenía ojos para ella. Rodeada de policías, a punto de ser detenida y cuando su última víctima acababa de morir, comía marisco envuelta en una toalla.

Microrelato inspirado en la fotografía “Comida para dos” de Charo Celis Guash

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