viernes, 26 de noviembre de 2010

221.- TRES MOJITOS MÁS TARDE

Quizás la noche no era la mejor... Subiendo cuesta arriba, la sombra de la iglesia del Carmen me recordaba claramente mi soledad. Los versos se asomaban como si de una letanía se tratase. “Que muero porque no muero”. Sencillo, claro, fácil…

Ahora la vida era muy complicada, pero mis pasos se asomaban de nuevo, veinte años más tarde, a la calle del Sol.

-Ángela, ¿eres tú?.- Me increpa una voz desde la puerta de un local.

-Rocío Vallín. ¡Dios casi no te reconozco¡-contesta mi eco.

Tres mojitos más tarde, veinte años de puesta al día y el recuerdo de mi misma, me devuelven al hoy y ahora. Investida de nuevo en la que fui. Sencilla, clara, fácil.

Hay lugares pomada donde cicatrizan las heridas del alma.

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