viernes, 26 de noviembre de 2010

247.- UNA PAUSA EN EL EXILIO

Oculta entre la niebla, paralizada por el frío de la mañana y nerviosa me dirigí al puerto. El silencio, que lo invadía todo, únicamente era interrumpido por el aleteo inesperado de alguna gaviota, y el suave sonido de las olas al chocar contra la antigua grúa de carbón. La espesa niebla no me dejaba ver con claridad, pero no era necesario. Yo sentía su presencia, percibía su olor. Finalmente intuí su sombra. Comencé a temblar de emoción, mis ojos se nublaron de lágrimas y mi corazón latía muy rápido. Aceleré el paso y lo abracé con todas mis fuerzas. El último año había hecho estragos en su bello rostro, sin embargo sus ojos transmitían lo mismo que antaño. Nos besamos apasionadamente. Durante aquellos mágicos minutos ambos fingimos que todo era normal. Intentamos ignorar que el tiempo corría en nuestra contra, que él era preso y nuestro encuentro furtivo.

Microrelato inspirado en la fotografía “Astillero” de Ignacio Cagigas Dos Santos Cruz

No hay comentarios:

Publicar un comentario