viernes, 26 de noviembre de 2010

258.- LA AMIGA DE MARCELO

Siempre huían de ella o dibujaban una mueca de repugnancia cada vez que la veían. En el mejor de los casos, la ignoraban y eso le resultaba aún más insoportable, porque era preferible el desprecio a la indiferencia.

Añoraba su vida en el campo: las paredes blancas, las bombillas desnudas, el aroma a heno, los arrieros con sus mulas, las migas de hogaza sobre la mesa, la apacible hora de la siesta...

Con quienes mejor se llevaba era con los niños, sobre todo con Marcelo porque solía acercarse a ella con interés para jugar un rato. ¡Era tan divertido! Luego, cansada ya, se marchaba mientras Marcelo, con cierta desilusión, la veía alejarse.

En esas ocasiones en las que el niño corría tras ella y escuchaba sus risas y veía sus inmensos ojos negros, olvidaba por un momento su triste condición de mosca para ser simplemente la amiga de Marcelo.

(inspirado en la fotografía titulada “Marcelo”)

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