sábado, 27 de noviembre de 2010

265.- EL ABUELO

Estaba a punto de marcharme cuando vi pasar al abuelo. Llevaba horas acurrucado en el portal, y el frío casi me había hecho desistir de mi investigación. Asomé la nariz procurando que no me viera. Me había propuesto descubrir a qué dedicaba sus tardes desde que no pasaba por el bar donde solía echar la partida. El abuelo llevaba veinte años sin faltar ni un solo día y me intrigaba saber qué era lo que había acabado con su costumbre favorita. Giró a la derecha y luego a la izquierda, miró a ambos lados de la calle para asegurarse de que nadie lo veía, se acercó a la taquilla del cine, compró una entrada y se la dio al portero con una sonrisa. Corrí tras él y pedí la butaca de al lado. Al verme sonrió, creo que se alegró de tener un compañero con quien compartir su nueva afición.

Inspirado en la fotografía “La hora del paseo”

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