miércoles, 24 de noviembre de 2010

107.- AQUEL DIA SIN SOMBRAS

Con el sol de cada día, nacido con la puntualidad de las leyes físicas de los hombres por delegación del Hacedor, amanecen también los propósitos. Y con sus rayos crecen a la vez las sombras, estirándose o quedándose quietas.

Cada amanecer, cuando se asoma por la línea del horizonte, Frumencio Torrecilla acostumbra a despertarse. Por la ventana entreabierta del cuarto en el que duerme, es por donde entra su reflejo que le hace las veces de despertador.

Luego de tomarse un café, sale a la calle. El sol le da en la espalda, circunstancia que aprovecha mientras camina para jugar creando sombras que reparte por el suelo o deja en alguna fachada. Así, todos los días.

Menos aquel, que no hubo sol. No salió. Era 29 de febrero, y nadie se había acordado la víspera de ponerlo, porque este día tan raro también tiene sol propio.

Inspirado en el segundo premio de la calle del Sol “Sin título”

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