Fue el destino, o como quieras llamarlo, quien me obligó. La casualidad, puta del enredo y del embuste, hizo que encontrara el viejo cuaderno de notas en la estantería del oscuro pasillo. El azar, su socio de bromas y engaños, quien quiso que abriera esa página sucia de tinta y encontrara una nota, escrita con letra femenina, que me susurraba tu dirección en esa lejana ciudad. Y mi terca torpeza, la que te alejó tan decidida y firme, quien tropezó el viejo cuaderno y al caer me ofreciera esa postal desnuda, con una imagen de Yaiza, testigo de nuestro último viaje. Ya te decía que fue el destino el que creó la necesidad de escribirte después de seis años sin palabras.
Inspirado en la fotografía titulada “Yaiza”
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