Me acerqué a tu casa de la calle Sol con el sigilo acostumbrado. Llevabas cinco días sin salir de allí por culpa de aquella diarrea inmisericorde que te mantuvo pegada a la taza del váter. ¡La peor de las condenas para alguien como tú, amante hiperactiva! Quizás por eso me recibiste desnuda en el hall de la entrada con el ansia de la pronta mejoría. Y te empeñaste en hacer el amor allí mismo, junto a esa horterada de jarrón chinesco que te regaló tu marido viajero. ¡Pero ay, locuela mía! Aún no estabas recuperada de la dichosa diarrea, y esos frenéticos vaivenes con la pelvis te removieron las tripas avisando de la inminente cagalera.
¡Qué suerte que tu marido supiese escoger un jarrón de boca ancha!
Inspirado en la fotografía titulada “25”
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