miércoles, 24 de noviembre de 2010

143.- A LA HORA EN LA QUE EL DÍA DESPIERTA

Luna llena, o casi llena.

Aún siento frío, mucho frío.

Camino a pasos cortos.

Antes era tarde.

Luego será temprano.

Luces tenues, luces borrosas.

Espero, espero, espero.

¿A dónde vamos? ¿A dónde voy?.

Engullida por la amargura de la noche y el sonido de mis pasos cortos, me despido de nadie.

La calle duerme, a la hora en la que el día despierta, salpicada de vasos rotos y restos de colillas como luciérnagas apartadas en las cunetas, a medio esconder, a medio vivir.

Somos dos figuras desdibujadas que apenas se conocen: a penas unas miradas, a caso unas palabras, ojala unos tangos, quien pudiera un abrazo.

Oculto tras las farolas se esconde un sueño, una ilusión.

La calle duerme, a la hora en la que el día despierta.

Inspirada en la fotografía titulada “Noches de tango”

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