Golpeó el tafetán que acolchaba las tablas, sin desesperarse. Un sonido seco retumbó en la oscuridad que lo rodeaba. Palpó sus bolsillos: estaban vacíos. También había ausencia en el lugar que debían ocupar su reloj y su anillo. El aire olía a marchito. Tuvo miedo. Y de pronto ya no lo tuvo. Cerró los ojos y comprendió que era, otra vez, la misma pesadilla: soñaba que estaba vivo.
Inspirado en la fotografía “Sin Título” de Darren Lee Marsh.
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