Era el plan que te convencía para no a ir a la última clase. Lo de ir al nocturno tuvo como ventaja que un Marte a las nueve, aunque llueva y sea invierno, estaba abierto el Zapa.
Luego la época de salir 10 horas a besarte: padres en casa y pocas ganas de ir al faro.. maicitos y manitas en el Rubicón, acompañaban el sábado.
Los viajes, la vida, las montañas, la saudade.. me alejaron… Ya no tomo los cafés en el mirador del Colilla; me bajé un poco del tacón, infiel al sol, con el sol del día.
Pero, como los buenos amigos y los buenos vinos..mejoras.
¡Da gusto verte callecita!, visitarte pá tomarse un trago y hablar de buenos momentos, las batallitas de los 80..
Y de lo que hemos cambiado.
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