martes, 23 de noviembre de 2010

67.- LA CASA DE SOL 266

La casa era mágica y eso era indiscutible. Las fantasís y sueños eternos de mi niñez estaban denominados en largos planos alrededor de cada hierro fundido.

En Sol 266, nos enamoramos por vez primera. Los ratos mas fríos, felices y amargos dormían bajo el techo de aquella casa, cuyo nombre nunca se supo, pero cubría nuestros oídos al llamarla hogar.

El día de la partida fue como el despertar en la cama de un extraño.

La casa se convirtió en una vieja poesía que ignorada, ya no era la misma. Entonces sufría desamor, sus nuevos dueños le cambiaron el color azul cielo que guardaba en su alma, tantas veces; tratando de encontrarle la sonrisa pero todo intento fue en vano. Se había quedado sin alma.

Hoy trato de recordarla cada vez que vuelo a mi niñez. Su alma debió pertenecer a alguna mujer que dormía en pétalos de rosas.

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