martes, 23 de noviembre de 2010

83.- ANCLARSE A LA VIDA

Son las once y media y como cada día, su imagen cansada transita nuevamente ante mis ojos. El blanco de su escaso cabello domina sobre los anodinos tonos de su indumentaria a juego con su vida, triste y apagada desde que ella se fue. Sobre los hombros el peso de los recuerdos. Todos, los buenos y esos que se esconden a traición en los rincones de su alma. Lleva entrelazada entre sus dedos a la soledad, la silenciosa segunda piel que le acompaña a todas partes. Anda despacio arrastrando los achaques y secuelas de tantos pasos dados, y sigue con su mirada el parsimonioso movimiento de sus pies. Acude puntual a su cita mañanera con las palomas de la plaza y entre el batir de sus alas deja volar su espíritu, durante el único instante en que aún piensa que merece la pena vivir.

Inspirado en la fotografía titulada “La hora del paseo”

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