Es extraña la niebla», le dije en la penumbra agarrado a su brazo de mujer insufrible. «No es extraña», susurró para no despertarse. «Yo la vivo a diario y me empapa de otoño».
Nela siempre me habla como en una epopeya. Yo la miro y la beso, y ella aspira en silencio los aromas del mar y del barco que anclado nos confunde y nos hiere.
«¿Te acuerdas del Elorrio?», descarga monocorde. «¿Te acuerdas de las olas, de la espuma y la muerte; de la galerna brava, del rugir de los hombres, de la lucha sin tregua y del llanto indecible?».
Y su voz se le empapa del otoño en que el agua nos dejó de recuerdo tantas vidas truncadas y esa niebla perpetua por la que vaga y sufre.
Basado en la fotografía «Niebla», de Gabriel Barajas Ojeda
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