martes, 23 de noviembre de 2010

87.- COMO TODOS LOS DÍAS

Amanece. La incipiente luz, caprichosa, dibuja reflejos irisados en el húmedo asfalto. Los imponentes edificios se desperezan; los hogares se iluminan despejándose de su letargo nocturno; las aceras comienzan a poblarse con los más madrugadores. Sus caras, somnolientas. Los bostezos, mal disimulados. El aroma a café se mezcla con la esencia envolvente del mar, filtrándose por todos los recovecos de la calle.

Y como si fueran autómatas, uno por uno, van acomodándose en las barras de los bares. Se saludan entre ellos con una ligera inclinación de cabeza, o esbozan una sonrisa. Acogen una pequeña taza entre sus manos, las calientan. A pequeños sorbos hacen desaparecer la carcoma del sueño.

Y otro día más, la vida despierta.

Microrrelato inspirado en la calle del Sol

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