martes, 23 de noviembre de 2010

92.- MARCELO, EL “CHISPAS”

Marcelo tendría unos seis o siete años. Todos los días, hiciese sol o lloviera a cántaros, se le podía encontrar en el parque o bajo los pórticos de la plaza cercana. Deambulaba con su cajetín para limpiar los zapatos, y su media sonrisa y su mirada -resplandeciente como pocas- invitaban a darle unas míseras monedas a cambio del lustre de su trabajo. “Chispas”, como se le apodaba por la habilidad que tenía en hacer relucir el calzado, ejecutaba su tarea en silencio, ausente, como si esa introversión le hiciera olvidar su penosa condición laboral, pero su tos, ronca y persistente, no presagiaba nada bueno. Un mal día, “Chispas” no apareció. Intuí que no lo vería nunca más… aunque su vacío fue sustituido inmediatamente por otro niño, más pequeño si cabe que Marcelo, que comenzó a limpiar zapatos con la misma paciencia cargada de derrota que su predecesor.

(basado en la fotografía “Marcelo”)

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