martes, 23 de noviembre de 2010

91.- LA NIEBLA

Todo empezó cuando atracó aquél siniestro navío, lleno de herrumbre y suciedad. Su capitán descendió de él una mañana fría de otoño, al tiempo que una espesa y ominosa niebla cubrió el pueblo de punta a cabo. Desde entonces no se ha vuelto a ver la luz del sol y la alegría ha desaparecido. Nos hemos convertido, en la práctica, en eremitas silenciosos que transitan por las oscuras calles sin hablar con nadie, y rehuimos la compañía ajena. Ni siquiera los fuegos de las crepitantes chimeneas iluminan con vivos colores los hogares, como si esa niebla penetrase hasta los rincones más apartados de nuestras vidas y hubiese desvaído el mundo con una pátina gris como la ceniza. He buscado con ahínco a ese capitán desconocido… pero no he hallado más que una sombra, que me ha mirado con tristeza y se ha fundido con la niebla.

(basado en la fotografía “Niebla”)

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