miércoles, 24 de noviembre de 2010

120.- RECUERDOS DE LA INFANCIA

Todavía recuerdo aquellas ásperas y arrugadas manos mostrándome la sencillez y tranquilidad que el agua podía proporcionar. Era como abstraerse por completo del mundo, sin sonidos, sin colores... sólo nosotras dos. Mi abuela, con muchos años a sus espaldas, restregaba una y otra vez hasta que sus ojos le decían basta; yo, con el rostro serio aunque sonriendo en mi interior, la emulaba con idéntico resultado. Ahora he cambiado aquella tosca piedra por un teclado. Mi abuela ya no está conmigo pero, aún así, cuando mis dedos se deslizan por las teclas, siento una dulce aspereza en mis yemas.

(Fotografía: La herencia del agua)

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