miércoles, 24 de noviembre de 2010

131.- EL PIANO

Me sacudí la gravilla de las medias, me levanté y caminé a duras penas sin una dirección determinada. A escasos metros, me paré frente al único bar abierto en aquella calle sólo apta para peatones. Fueron las notas que se escapaban de un piano por la puerta entreabierta del local las que me decidieron a entrar. Me acerqué a la barra embutida en una luz tenue rodeada por una inquietante oscuridad. Pedí un gin tonic y busqué intuitivamente el piano. Allí estaba, guardando luto en una esquina mientras liberaba las notas que iban llenado el bar sin más público que el camarero y yo, y nadie que le acariciara las teclas.

Inspirado en la Calle del Sol

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