Son curiosos esos pequeños actos personales que uno convierte poco a poco en tradición. Yo por ejemplo, aún sigo celebrando nuestro aniversario. Es un auténtico ritual. Sábado, siempre el primer sábado después del 27 de Octubre.
Como he hecho desde el año en que nos casamos, me tomo mi tiempo en la ducha, siempre bien depilada, usando mis mejores cremas y mi más caro perfume. Compro flores. Preparo el mejor marisco.
Desde siempre ha sido así, y ya entonces me sentaba sola a la mesa. A esperarte. Cuando todo estaba listo, llegabas tú, tarde, apestando a alcohol, dando gritos y porrazos.
Aquel, como todos los años, te esperaba sentada a la mesa. Viniste borracho y revolver en mano. Semanas en coma. Meses en rehabilitación y aún en terapia.
Y de repente es de nuevo 27 de Octubre, me siento sola a la mesa, feliz, y celebro que te has marchado.
Inspirado en la fotografía de “Comida para dos”
No hay comentarios:
Publicar un comentario